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¿Justificando la violencia? La normalización del acoso sexual callejero en el Perú


Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Escuela de Estudios Generales

E.A.P. Medicina Veterinaria

Valeria Ximena Chavez Padilla

Lenguaje y comunicación

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"Nada más opuesto a la justicia que la violencia." Cicerón

INTRODUCCIÓN

Vivimos en una sociedad fragmentada y dominada por la violencia, esta desunión predominante en nuestro entorno genera conflictos sociales y problemas de difícil abordaje, dada la complejidad de su origen, entre estos problemas se encuentra la violencia de género, un tipo de violencia física o psicológica ejercida contra las personas basada de su sexo o género​​​​​ que impacta de manera negativa en su identidad y bienestar social, físico, psicológico o económico.​​ En el caso concreto de nuestra nación, la violencia de género se manifiesta en la gran mayoría de casos contra de la mujer, ya que el Perú se caracteriza por ser un país machista en donde las ideas sobre roles de género están aún muy arraigadas y se mantienen concepciones sobre la mujer propias de siglos pasados.

La violencia de género posee diversas formas de expresión, desde las más sutiles, las cuales muchas veces llegan a ser imperceptibles y aceptadas socialmente, hasta las más evidentes, que desatan la furia y el enojo del país entero; ya sea por una palabra ofensiva, un gesto humillante, un comentario sexista, un acto de violencia física o una mirada ultrajante; las maneras en que la violencia se presenta son de diversa índole, pero todas tienen como objetivo el mismo propósito: denigrar al ser humano por cuestiones de género.


DESARROLLO

Desde que tengo uso de razón recuerdo haber sido testigo de actos violentos y denigrantes basados en el género, que muchas veces pasan desapercibidos por gran parte de la población, ya sea porque los consideran parte de la normalidad, existe un gran desinterés o simplemente se asume que es algo que tiene que pasar. Uno de estos actos es el acoso callejero, este se toma como una práctica urbana común y llega a ser aceptada como algo habitual en las relaciones entre varones y mujeres, siendo claramente las últimas las más perjudicadas.

En el Perú 7 de cada 10 mujeres manifiesta haber sido víctima de violencia de género en la modalidad de acoso sexual callejero, una cifra bastante alarmante que sirve como termómetro para identificar los altos niveles de violencia en la sociedad peruana de nuestro tiempo; pero no solo demuestra eso, además evidencia una clara normalización de estos actos y demuestra cuán presente está la violencia de género en nuestro país. Las personas afectadas por el acoso sexual son predominante mujeres, y dentro de ellas, las más jóvenes: a nivel nacional el 70% de mujeres de 18 a 29 años ha sufrido acoso sexual en al menos una modalidad, mientras que en Lima Metropolitana, la cifra se eleva al 90%, según diversos estudios realizados en el país.

El acoso sexual callejero se presenta en distintas modalidades, así las miradas, tocamientos, silbidos, gestos vulgares, invadir el espacio y los límites de la otra persona de manera no necesaria con objetivos o connotaciones sexuales; tocar zonas del cuerpo poco adecuadas; usar el contacto físico como intimidación sexual; tocar la ropa, el pelo de la persona; dar un masaje sin consentimiento, besos y/o abrazos no consentidos, caricias poco adecuadas, frotarse con otra persona, tocarse, acariciarse las partes íntimas, masturbarse a uno mismo, con connotaciones sexuales, delante de la otra persona, contacto físico o acercamiento físico excesivo, deliberado, no solicitado ni consentido por la víctima, forman parte de las expresiones más comunes en nuestro medio. Se debe hacer mención y aclarar que no es un fenómeno exclusivo de la región, el acoso sexual y la violencia de género se manifiestan en todo el mundo, en mayor o menor medida, pero están presentes en diversos países de todo el globo.

La situación a la que se enfrentan las mujeres a diario en el ámbito urbano lleva a una percepción de inseguridad muy elevada, más que en el caso de los varones. Esto se debe a que las agresiones basadas en género afectan sustancialmente a las féminas y provocan un sentimiento de temor, enfado, rabia y hasta impotencia por la frecuencia con que se presentan en variados contextos y lugares.

El acoso limita el libre tránsito de mujeres y niñas por espacios públicos y no tiene por qué ser tolerado, es una expresión de violencia contra la mujer y no debe ser aceptado como una práctica normal, ya que dicha normalización significaría que aceptamos como correcta esta forma de violencia y en ningún caso se debe permitir que una persona denigre a otra, ya que se avalaría su comportamiento y se extendería a poblaciones más jóvenes, lo cual generalizaría el problema y haría que perdure por mucho tiempo.

Ante esta situación es importante que todos tomemos un rol activo, para prevenir, confrontar y sancionar los casos de violencia, cada quien puede realizar una acción desde su posición, como padre de familia, como educador, autoridad, víctima o testigo.


SOLUCIONES

Considero a la educación como la principal herramienta para erradicar el acoso, definitivamente no será tarea sencilla, pero mientras antes se comience se podrá eliminar o al menos reducir las cifras las alarmantes cifras de mujeres víctimas de acoso sexual callejero en sus diversas modalidades. Una buena iniciativa es que las alcaldías realicen campañas contra este tipo de hostigamiento, tal como lo viene haciendo la Municipalidad de Miraflores. También es necesario que los municipios emitan ordenanzas sancionando esta forma de violencia contra la mujer. Ya que no solo hay que educar a la población, también hay que castigar a quienes actualmente atentan contra la seguridad y las libertades personales de las mujeres y niñas en todo el país.

Al mismo tiempo, es necesario trabajar en los colegios para acabar con la cultura machista que se encuentra muy enraizada en nuestra sociedad. Se tiene que educar en equidad de género a los niños desde edades tempranas para que no adopten ideas sexistas en la infancia y crezcan con principios y respeto por los demás.


Debemos ser conscientes de que este problema existe y nunca hay que tomarlo como una situación normal o cotidiana, ya que en la normalización de estos actos radica una justificación para la violencia.

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